El año 2010 edité por segunda vez este trabajo, que en ese momento me pareció bastante bueno, y que sin embargo olvidé rápidamente para concentrarme en otras vainas. Hace unos meses, y luego de 14 años, lo volví a encontrar, y me pareció nuevamente que era bastante bueno, pero que sonaba mal, pues en esos años mi experiencia en mezcla y masterización era bien escasa.
Así que durante este año he dedicado algunos ratos libres a remezclar el álbum, ya con miras a las plataformas digitales, y ha sido realmente un proceso muy grato. Han pasado tantos años que esta música ya no me parece que fuera mía, por lo tanto esta re-edición sería una suerte de “rescate” de la obra de un joven compositor, que fui yo mismo, pero con el cual y con cuya música ya no me siento del todo identificado. Pero al cual admiro sin embargo, a pesar de que ciertamente ya no volvería a dedicar mis esfuerzos al rock.
Amanecer. Es el primer tema, y el más alejado de la estética general del álbum. Cuando lo escribí, pensé mucho en qué es lo que debía sentir ahora un mapuche de hace quinientos años que juró defender la tierra del saqueo y la invasión de los conquistadores indoeuropeos. Suponiendo que haya vivido cinco siglos, observaría el amanecer desde lo alto de una colina, el cual de a poco devela la sequedad de un valle que una vez fue fértil y boscoso. El nativo entregaría sus respectivas disculpas al amanecer —que es la naturaleza— por no haber podido cuidar el tesoro que le fue confiado. Pero, esperanzado, promete a cambio el verdor de su alma, que es sencillamente la conciencia de la comunión entre la naturaleza y humanidad.