
Luego de una re-masterización relativamente exhaustiva —y muy necesaria por cierto—, he subido finalmente mi album “La Aldea” a plataformas digitales.
Año 2017, un año importante para mí, pues volvía de un largo viaje por tierras asiáticas, pero a su vez, de otro viaje aún más largo: a las oscuras profundidades de mí mismo (siendo este último consecuencia de las incomodidades y desafíos del primero, propiciadas básicamente por el escueto presupuesto de viaje). El regreso estuvo marcado por esta recopilación a la que llame “La Aldea” en referencia a un extraño sueño que tuve por esos meses y que me pareció bastante fascinante, por lo simbólico y nostálgico, pero esperanzador a la vez. Se trataba de una aldea habitada únicamente por niños que en algún momento habían escapado de un cataclismo que acabo con la civilización, con todos los adultos del clan y con la cultura que estos últimos no pudieron transmitir debido a su prematura y misteriosa muerte. En el sueño pude percibir la visión que un niño tiene del mundo, un mágico enigma que en ese caso especial se hallaba desprovisto de cualquier explicación adulta, y que por lo tanto, no salía jamás del misterio pueril y de una interpretación mítica del mundo ya liberada de asideros culturales. En ese momento yo no había visto “Mad Max 3”, así que me sorprendió ver en la película mi sueño tan bien representado, aunque desprovisto de esas impresiones tan personales que espero haber plasmado en el último track del album.
Dije que el album fue una recopilación, porque desde hace un par de años estaba grabando cada una de las canciones que componen el LP sin ningún afán de lanzarlas a ninguna parte. Hoy creo que merecen al menos un lugar en las plataformas digitales, aun cuando no planeo mayor difusión. Que el aire se encargue de esparcir lo que hacia otras latitudes deba llegar.